Antes de que Dios dijera una palabra de introducción a Moisés, le exigió reverencia. Dios le pidió a Moisés que se quitara las sandalias ya que estaba pisando tierra santa.
Cuando entramos a la Iglesia estamos pisando tierra santa. No escucharemos que Dios nos habla en la oración hasta que también nosotros tengamos una disposición de reverencia.
Cuando llevamos nuestros corazones a la oración, desde donde estemos, debemos empezar con reverencia. Reconocemos que Dios es el Señor sometiéndonos a su santa voluntad.
La reverencia es el primer paso que establece nuestra relación con Dios. El es nuestro amoroso creador y nosotros somos sus creaturas servidoras a quien nos invita a ser sus hijos adoptados.
Por lo tanto a través de la oración llegamos a conocer el amor y la protección de Dios, que aunque haiga fuego que nos rodea, podamos ser preservados así como la zarza ardiente que no se consumió.