Recuerdo que una vez me puse a observar que es lo que hace un pastor. Me fije que cuando una oveja se desviaba y se perdía entre el pasto, el pastor movía su bastón para incitarla hacia la dirección del rebaño. Pero cada vez que el pastor se movía, las otras ovejas fieles, automáticamente lo seguían; al haber dejado las 99 para ir en busca de una, las 99 se fueron con él hasta que la oveja perdida se pudo unir fácilmente al rebaño. Y ahora si pudo conducir de nuevo a su rebaño.
“A las aguas de descanso me conduce, y reconforta mi alma.” (Salmos 23)
Pienso que estas aguas son como los sacramentos, ya sea que para nosotros son: reconciliación cuando yo soy una oveja perdida, y ahora me uno a las 99, o quizás seamos una de las 99 que siguen al pastor hasta la Eucaristía, y nos unimos con los reconciliados. Jesús el buen pastor, reconforta nuestra alma con las aguas de descanso que son los sacramentos.
Que fácil es volver a unirnos al rebaño al lavarnos en las aguas de la Reconciliación! Por consiguiente, sigamos al Pastor hasta la Eucaristía y así poder traerle otras ovejas perdidas.
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Traducido al Español por Rosie Aguilar